La OMS y la FAO definen a los probióticos como “microorganismos vivos, no patógenos los cuales, administrados en cantidades adecuadas, confieren un beneficio saludable sobre la salud del huésped o su fisiología”.
Los probióticos han sido utilizados en muchas tradiciones a lo largo de la historia. A través de la experiencia acumulada por miles de años, nuestros ancestros sabían qué alimentos podían utilizarse como medicina y se consumían con regularidad. Por esta razón, los fermentados caseros como el chucrut o sauerkraut, eran indispensables, tanto para preservar alimentos como para mantener una salud óptima.
Todas las verduras y frutas pueden ser fermentadas. Por ejemplo, si picas zanahorias, cebollas, coliflor, brócoli, eneldo etc, y lo pones en un frasco, al cual le agregas una salmuera (2 cucharadas de sal por 1 litro de agua), y lo dejas a temperatura ambiente dentro de la casa por 3 días, obtendrás una excelente fuente de probióticos y, por lo demás, muy sabrosa.
Los probióticos en cápsula, pueden ser un gran aliado a la hora de restablecer la población bacteriana de tu microbiota intestinal, siempre y cuando se elija una opción que cumpla con el siguiente criterio:
Es importante entender que para que los probióticos nos entreguen sus beneficios, es necesario primero cambiar nuestro estilo de alimentación a uno basado en alimentos reales. Cuando comenzamos con el cambio, y luego de haber desintoxicado y “resetado” nuestro sistema digestivo a un estado inicial, entonces el uso de probióticos, ya sea a través de fermentados caseros o suplementos, puede traernos muchos beneficios, en cuanto aceleramos el proceso de repoblamiento de nuestra Microbiota.
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