¿Cómo debiese ser nuestra alimentación para mantener nuestra Microbiota saludable?
Quizás el cambio más importante que podemos hacer en pos de nuestra salud, y por ende de nuestra Microbiota, es llevar una dieta libre de alimentos procesados, o más bien, dejar de comer productos con sabor a alimento. Una manera sencilla de identificar estos productos es definiéndolos de la siguiente manera:
- Contienen 3 o más ingredientes.
- Al menos uno de estos ingredientes es muy difícil de pronunciar y, si lo tuviésemos en nuestra despensa, no sabríamos que hacer con él.
- Contienen azúcar, o bien ingredientes que terminan en “osa” o empiezan con la palabra “jarabe”, “miel” o “melazas”.
Basta con eliminar de nuestra dieta este tipo de productos, para remover cerca del 80% del azúcar que agregamos a nuestra alimentación. EL azúcar alimenta aquellos microorganismos presentes en nuestro intestino que nos son disfuncionales y, deja de alimentar a aquellos que sí nos benefician.
Una manera muy efectiva de lograr dejar los alimentos procesados, es agregar alimentos que sí nos benefician, incluyendo:
- Consumir comida real, sin procesos y sin refinar.
- Que nuestro plato incluya entre 60% a 75% verduras de todo el espectro de colores. Esto nos asegura una excelente ingesta de todo tipo de vitaminas y minerales y, le entrega a la Microbiota su alimento favorito, fibra.
- Consumir grasas y aceites saludable: aceites como el de oliva, frutos secos, semillas y paltas, que nos ayudan a combatir la inflamación. Además de aceites como el de coco, que contiene grasas saturadas de cadena media que son utilizadas como energía.
- Remover grasas y aceites inflamatorios ricos en ácidos grasos Omega – 6, como los aceites vegetales refinados
- Agregar alimentos ricos en fibra como los frutos secos y semillas
- Agregar alimentos fermentados como el chucrut o sauerkraut, rico en Lactobacillus acidophilus DS1, especie de bacteria que nos confiere enormes beneficios y nos ayuda a prevenir y evitar enfermedades, además de promover un peso adecuado.
Todo lo anterior, requiere un cambio en el estilo de vida que llevamos, en donde alimentarse bien, va más allá del balance de carbohidratos, grasas y proteínas. Es un fenómeno mucho más complejo, es una experiencia energética que nos nutre a nivel físico, emocional, mental y espiritual.